El Mapa Falso

 

EL MAPA FALSO

 

 

 Un día, generalmente presionado por las circunstancias, el aprendiz de adulto decide tomar las riendas de su vida. Con algo de incertidumbre, pero con bastante ímpetu, se emociona pensando que de aquí en adelante no tiene que rendir cuentas a nadie. Decidirá por él mismo qué tan largo llevará el cabello y cual será el estilo de sus ropas. Para comenzar, a la mierda con los estudios, lo que necesito es un trabajo para poder pagar un sitio donde dormir y mis comidas. Por fiiinnn, no tengo que oír los sermones de mi mamá ni atender las órdenes de mi papá. ¡Soy libre!

 

Bueno, eso cree él. Los primeros días siente la euforia de ser el propio jefe de su vida. Pronto se da cuenta de que en el trabajo le critican como se viste y le imponen restricciones. También le dan órdenes sin pedirle ninguna opinión. Pero no importa, le están pagando. Le pagan poco, pero le pagan. De todas maneras no tiene que oír a su jefe las 24 horas. A las seis de la tarde termina su turno y se larga para su casa. Bueno, realmente no tiene casa. Va a una dizque pensión donde paga por una cama donde dormir en una habitación compartida con otro fulano que no conoce. Claro, antes de llegar a la pensión se detiene a cenar. Cenar es una manera de decirlo, pero realmente se detiene donde un vendedor ambulante de perros calientes. Le alcanza para comerse uno y un refresco. Ya la ropa comienza a quedarle grande, pues en cuestión de semanas perdió 6 kilos. Es natural, pues ahora se traslada a pié y en bus cuando las distancias son muy largas. Tampoco dispone de una nevera surtida con alimentos para picar entre comidas. No hay postres ni meriendas, tampoco frutas de la temporada.

Pronto tiene que admitir que esa libertad no es tan bonita como creía, pero bueno, a lo hecho pecho, algún día iba a suceder. Además, ¿hasta cuando se iba a calar ese control?  ¡No vengas tarde! ¡Baja ese volumen! ¡Consulta eso con tu papá! ¡No joda!

 

Al principio los fines de semana los agarraba por la punta, pero pronto concluyó que era más inteligente aprovechar de matar un tigre en ese tiempito libre y así ganarse algo para mejorar la calidad de vida. De todas maneras los panas solamente hablaban de la universidad y las jevas ya no lo veían con el mismo interés, era claro que su status social había desmejorado. Inmediatamente se dio cuenta de que se estaba quedando rezagado, y pensó en inscribirse para el próximo semestre. ¡La vaina es que tendría que estudiar de noche! ¡Su madre! ¡Y quién puede pagar estudios con este mísero sueldo! Bueno, pero aún faltan tres meses para las inscripciones, de aquí a allá veremos qué pasa.

Cuando llegó el momento de las inscripciones se encontraba sin trabajo y su principal objetivo era conseguir la comida del día y algo para el pago de la pensión  pues le exigían la quincena por adelantado. Los estudios tendrían que esperar. Como si los estudios esperaran por alguien.

Cinco años después, cinco años desperdiciados,  comenzó a sospechar que iba por la vida con un mapa falso. Cada aspecto de su vida tenía un peo. Y en todos el factor común era el dinero. Pero también había visto que para tener dinero también se atraían peos. Y al tenerlo, surgían otros peos. O sea, la vida era un inmenso peo.

En Venezuela la palabra peo se refiere a gases expulsados por el ano, generalmente ruidosos. Pero también se refiere a circunstancias donde los hechos no se desarrollan armoniosamente, sino que al contrario, surgen complicaciones inesperadas que hacen difícil sostener la situación. Realmente no veo la analogía entre el verdadero peo y las circunstancias complicadas; supongo que se les da el nombre atendiendo a lo insoportable que es quedarse en presencia de un fétido gas, o a lo bochornoso que resulta quedar en evidencia si se te escapa con ruido. El caso es que un peo es una situación confusa, desagradable y de difícil solución. Claro, me refiero a las circunstancias, no a los gases. Bueno, ambos.

 

El punto es que nuestro aprendiz de adulto llegó a la conclusión que de la vida no entendía nada de nada. Todo lo que había tenido por cierto, al final presentaba una falla. Con razón había tantos libros sobre la vida que al final no te ayudan a nada y tantos gurús enriquecidos por los compradores de sus libros, pensó.

Sin embargo algo estaba claro. Todos podían darte alguna orientación útil alguna vez, pero nadie tenía todas las respuestas y mucho menos podría pretender dirigirle la vida a otro. Reconocía sí, que su padre y su madre habían acertado en casi todo. Claro, ellos no trataban de dirigirle la vida, simplemente lo alertaban para que no se arriesgara a cometer errores. ¡Al fin los estaba comprendiendo!

 

Pero de que andamos por la vida con un mapa falso, andamos.

 

 

 Seu, Marzo 17 de 2014.

Comentarios

  1. Una excelente reflexión acerca de las decisiones que tomamos en la vida. Gracias papá. Te amo.

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