Manual básico de la vida

 

 

No pretendo explicar qué es la vida. Aún no tengo respuesta definitiva para ese tema.

Sin embargo, trato de seguir una línea de conducta que me ha brindado resultados satisfactorios. A continuación algunos puntos.

El Universo, tal como lo veo hoy, es el resultado de la expansión de la energía dadora de vida.

Esta energía se expande y se contrae como un corazón que late. Cuando termina su proceso de expansión inmediatamente comienza otra fase y luego su proceso de contracción. Todo va contrayéndose hasta llegar a un punto en que todo desaparece. No sabría dar una medida de cuanto tiempo dura cada fase. Desde el punto cero comienza a expandirse hasta llegar a su máxima dimensión. Esa sería la primera fase. En la segunda fase el Universo ya no se expande, pero la energía sigue sufriendo un proceso que llegado a un punto va a desencadenar la tercera fase: su contracción. Cuando ya no se contraiga más comienza la cuarta fase, un proceso como de carga de potencia que una vez culminado da origen al comienzo de un nuevo ciclo. 

La ingeniería que sostiene la Magna obra es fundamento suficiente para concluir que no hay nada al azar. Nada estorba, nada falta. 

La obra en conjunto y cada detalle por separado gozan de perfección. Cada elemento presente cumple un propósito. 

Los seres humanos formamos parte de ese todo y desempeñamos una función importante como cada uno de los otros elementos.

La manera como nos relacionamos con el Universo determina nuestras vivencias personales. Si nos desenvolvemos en armonía con su ritmo, bailaremos acompasadamente y la experiencia, con sus variables, será grata. Somos como músicos, cantantes, y bailarines  dentro de una orquesta. Nosotros somos nuestro propio instrumento y si queremos desempeñarnos en armonía debemos mantenernos afinados y conocer la melodía y el ritmo. Si nos descuidamos y desafinamos, los resultados personales serán desagradables.

Para mantener afinado nuestro instrumento debemos cuidar que nuestro cuerpo no se contamine con sustancias tóxicas que desequilibren nuestra salud, por una parte, y debemos cultivar una mente limpia de falsos conceptos y un corazón libre de sentimientos malsanos.

 La esencia que mantiene unido al Universo funcionando y palpitando como un todo es la perfecta frecuencia de la energía que lo generó. Se conoce como El Amor. Si la energía que irradiamos es de la misma frecuencia que la energía que da vida al Universo, estaremos en armonía con su esencia. Así encajamos cada pálpito de nuestra vida con la vida del Universo y bailaremos, cantaremos y musicalizaremos en armonía con la Gran Energía y esta condición nos suplirá de todo lo que nos conviene para nuestra evolución y el cumplimiento del propósito para el cual nos dieron la vida. La fiesta será agradable.

Claro que habrá altibajos, pero no vienen del Universo. Los generamos nosotros mismos al variar consciente o inconscientemente la frecuencia de la energía que emitimos.

Esa energía con la que nos relacionamos con el Universo viene de nuestros sentimientos. Tu estado emocional y los sentimientos que cultivas determinan lo que irradias a tu exterior e interior. Tú decides si te construyes o te destruyes, interiormente y exteriormente.

Por eso la enseñanza más importante que podemos recibir en nuestra vida está contenida en el mandamiento a amar El Todo en su suma y en cada una de sus partes.

Pero no confundamos el amor con enamorarse.

 Son cosas distintas.

 Enamorarse de otro ser o de alguna cosa es una sensación de necesidad de poseer ese algo, de tocarlo, disfrutarlo, cultivarlo, y tantas cosas más. 

Amar es un sentimiento de bien hacia lo que amas. No implica posesión. Es constructivo. Es el amor que sientes por tu país, el amor que sientes por las aves, por el mar, por las estrellas, por la gente, por la vida en cualquier manifestación, por la diversidad de pensamientos, por la música, por las artes, y un largo etcétera. 

Para llegar a ese punto de amar a Dios, a tu prójimo, y a ti mismo, primero tienes que estar convencido de la perfección del Creador. De otra manera no podrías amarlo sin restricción. También tienes que entender que Él es el todo y el cada uno, es tu prójimo, y también es tú mismo. 

En el momento que entiendas todo esto podrás comenzar a sentir ese amor y tu música comenzará a encajar en la del Universo. Irás afinando y corrigiendo. Dedicarás tiempo a reflexionar para entender mejor. Avanzarás y retrocederás, pero ya estás en el camino. La práctica te hará maestro.

No puedes servir a dos maestros. Mientras hagas juicio de otras personas, califiques, descalifiques, albergues sentimientos de rencor, odio, ira y cualquier otro sentimiento destructivo, estarás desandando el camino correcto. Mientras creas en el mal, demonios, sufrimientos, temores, injusticias y carencias, es que aún no digieres que El Creador es perfecto. El Universo no recibirá esa energía y ella volverá a su fuente de origen, que eres tú, materializándose en lo que tú creaste. No busques culpables. No existen. El Universo no sabe de culpa. Es acción y reacción, causa y efecto. Nadie puede hacerte daño. Tú generas tus condiciones de vida.

Espero que este conocimiento sea la herramienta que te ayude a despejar tu incertidumbre y a afinarte para cumplir el propósito para el cual fuiste creado. 

La dejo en tus manos.   

 

 

Seu.

San Diego, 03 de Abril de 2021.

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